Cuando buscamos nuestro reflejo en el otro↓ |
Y aquí viene otro mecanismo que utilizamos que nos hace reaccionar de maneras muy desproporcionadas a la situación actual. Se lo escuché por primera vez a la terapeuta infantil especializada en trauma, Lisa Dion. Ella explica como el niño percibe la incongruencia del adulto cuando intenta ocultar su desregulación. Y va a escalar su propio nivel de desregulación hasta que el adulto pueda conectarse consigo mismo y se muestre coherente. Veámoslo en un ejemplo. Tu bebé empieza a llorar y ante su llanto tú empiezas a desregularte. Pero cómo es lo que nos han enseñado, tratas de parecer calmado para que así se calme él. Tu bebé percibe tu incoherencia y empieza a llorar más fuerte. Y tú le coges y le hablas muy calmadx para que se tranquilice. Pero él sigue percibiendo tu incoherencia y llora todavía más. Y así, el niño va escalando su llanto, cada vez más fuerte, hasta que el adulto por fin conecta y muestra su desregulación, siendo coherente y mostrándose coherente con su estado interno. Esto mismo pasa con las "rabietas". En las que vemos como los niños "escalan" su rabia y frustración hasta que "consiguen" sacarnos de nuestras casillas. Que en lenguaje somático se traduce por: "hasta que consiguen desregularnos para que nos sintamos como ellos". Los bebés y los niños hacen esto porque es la única forma que tienen de que el adulto sepa cómo se sienten realmente. No nos lo pueden explicar, así que de alguna forma "provocan", con su escalada de emociones, que tú sientas lo mismo que ellos. Y aunque parezca incongruente que ante una rabieta de tu hijo tú termines gritando igual que él, para el niño tiene sentido. Porque así siente que tú sabes lo que está sintiendo. En ese momento, vuestros Sistemas Nerviosos están en coherencia. Evidentemente, es un mecanismo inconsciente, biológico. El niño no sabe lo que está haciendo. Simplemente lo hace. El reto es que el adulto pueda sentir esa desregulación, mostrarla, estar en coherencia, y desde ahí buscar una forma de auto-regularse, y ayudar a regularse al niño (co-regulación). Y sorpresa... Eso mismo hacemos los adultos. Muchas veces nos sentimos frustrados, enfadados, estresados... Y "provocamos" esta escalada de emociones y sensaciones en nuestra pareja. Llegamos a casa cabreados por algo que nos ha pasado en el trabajo. Y no sabemos cómo ni por qué, a los 10 minutos terminamos discutiendo con nuestra pareja. Parece absurdo, pero acabamos de hacer lo mismo que ha hecho nuestro bebé. Hemos "escalado" nuestro malestar de forma que nuestra pareja se termine sintiendo igual que nosotros al llegar a casa. Aunque a nivel racional no lo entendamos, a nivel somático necesitábamos "soltar" todo ese malestar y necesitábamos sentirnos en coherencia con nuestro Sistema Nervioso y con el Sistema Nervioso del otro. Necesitábamos sentir que el otro sabe por lo que estamos pasando. Nuestra parte racional nos hará sentir culpables por haber provocado este follón. Pero a nivel biológico hemos cumplido una necesidad imperiosa. No hemos "elegido" provocar esta situación. Simplemente lo hemos hecho. Cuando te veas en una situación así, pregúntate qué es lo que necesitabas que el otro sintiera. Pregúntate si no puedes expresar lo que sientes de otras maneras. Pregúntate cómo puedes sostener tu propia desregulación sin tener que "reflejarla" en el otro... Con amor, Elsa |